Un equipo de científicos de la Universitat de València ha demostrado, después de analizar desde el año 2000 los ecosistemas afectados por el vertido de fuel del Prestige, que los parásitos de diversas especies de peces con valor comercial son indicadores de contaminación marina muy válidos, según informó la institución académica en un comunicado.
Los expertos estudiaron caladeros de las rías altas y bajas, como Malpica y Vigo, antes del accidente del petrolero en noviembre de 2002 y continuaron sus trabajos posteriormente con la finalidad de comprobar el ritmo y las peculiaridades de la recuperación de los ecosistemas.
La investigadora principal del proyecto, Mercedes Fernández, explicó que se han analizado, desde el año 2000 y a través de muestras mensuales, dos tipos de parásitos --los ectoparásitos y los endoparásitos-- de peces con valor comercial como la bacaladilla y la boga. A raíz del episodio de polución de las aguas provocado por el Prestige, detectaron "un incremento de los ectoparásitos, es decir, de los parásitos externos que afectan la fauna marina, pero éste era un resultado esperado", según Fernández, miembro del Grupo de Zoología Marina.
El hallazgo de este estudio a largo plazo fue descubrir que la contaminación también producía "un aumento de los parásitos internos, los denominados endoparásitos, a pesar de que otras investigaciones habían concluido que éstos disminuían".
"Esta proliferación indica que la contaminación pudo haber debilitado a los hospedadores o haber favorecido la aparición de organismos oportunistas que también hospedaban fases larvarias de endoparásitos, como es el caso de los gusanos poliquetos, que se consideran hospedadores intermediarios", argumentó la científica de la UV.
"Los parásitos son buenos indicadores porque debido a que poseen ciclos vitales complejos, nos pueden dar una idea global de lo que ocurre en el ecosistema", agregó Ana Pérez del Olmo, perteneciente al grupo de investigación del proyecto.
Los endoparásitos estudiados no afectan la calidad de los peces comerciales, como ocurre en ocasiones con algunos protozoos, de medidas microscópicas, pero pueden desagradar a los consumidores porque algunos, como los conocidos 'Anisakis' que afectan a la bacaladilla, pueden crecer hasta los dos centímetros y, en consecuencia, "verse con facilidad en las vísceras de los ejemplares".
Además, se sabe que estos parásitos pueden causar daño al ser humano cuando pasan accidentalmente a través del pescado crudo o poco cocinado. Los endoparásitos de la boga son más pequeños y sólo se observan con lupa, como también otros que infectan a la bacaladilla.
El Grupo de Zoología Marina de l'Institut Cavanilles de Biodiversitat i Biologia Evolutiva desarrolla ahora el análisis, a medio plazo, de la acumulación de metales pesados en el organismo de diversas especies de parásitos y de peces de la costa atlántica perjudicada por el vertido del Prestige, en colaboración con un grup de la Universidad Duisburg-Essen de Alemania, donde se encuentra actualmente la doctora Ana Pérez.
En el ámbito mediterráneo, los expertos de la Universitat de València estudian la utilidad de los parásitos como indicadores de trazabilidad a través de un seguimiento del salmonete de roca. Los científicos quieren demostrar que los parásitos pueden informar de las zonas de origen de las capturas.
Los expertos estudiaron caladeros de las rías altas y bajas, como Malpica y Vigo, antes del accidente del petrolero en noviembre de 2002 y continuaron sus trabajos posteriormente con la finalidad de comprobar el ritmo y las peculiaridades de la recuperación de los ecosistemas.
La investigadora principal del proyecto, Mercedes Fernández, explicó que se han analizado, desde el año 2000 y a través de muestras mensuales, dos tipos de parásitos --los ectoparásitos y los endoparásitos-- de peces con valor comercial como la bacaladilla y la boga. A raíz del episodio de polución de las aguas provocado por el Prestige, detectaron "un incremento de los ectoparásitos, es decir, de los parásitos externos que afectan la fauna marina, pero éste era un resultado esperado", según Fernández, miembro del Grupo de Zoología Marina.
El hallazgo de este estudio a largo plazo fue descubrir que la contaminación también producía "un aumento de los parásitos internos, los denominados endoparásitos, a pesar de que otras investigaciones habían concluido que éstos disminuían".
"Esta proliferación indica que la contaminación pudo haber debilitado a los hospedadores o haber favorecido la aparición de organismos oportunistas que también hospedaban fases larvarias de endoparásitos, como es el caso de los gusanos poliquetos, que se consideran hospedadores intermediarios", argumentó la científica de la UV.
"Los parásitos son buenos indicadores porque debido a que poseen ciclos vitales complejos, nos pueden dar una idea global de lo que ocurre en el ecosistema", agregó Ana Pérez del Olmo, perteneciente al grupo de investigación del proyecto.
Los endoparásitos estudiados no afectan la calidad de los peces comerciales, como ocurre en ocasiones con algunos protozoos, de medidas microscópicas, pero pueden desagradar a los consumidores porque algunos, como los conocidos 'Anisakis' que afectan a la bacaladilla, pueden crecer hasta los dos centímetros y, en consecuencia, "verse con facilidad en las vísceras de los ejemplares".
Además, se sabe que estos parásitos pueden causar daño al ser humano cuando pasan accidentalmente a través del pescado crudo o poco cocinado. Los endoparásitos de la boga son más pequeños y sólo se observan con lupa, como también otros que infectan a la bacaladilla.
El Grupo de Zoología Marina de l'Institut Cavanilles de Biodiversitat i Biologia Evolutiva desarrolla ahora el análisis, a medio plazo, de la acumulación de metales pesados en el organismo de diversas especies de parásitos y de peces de la costa atlántica perjudicada por el vertido del Prestige, en colaboración con un grup de la Universidad Duisburg-Essen de Alemania, donde se encuentra actualmente la doctora Ana Pérez.
En el ámbito mediterráneo, los expertos de la Universitat de València estudian la utilidad de los parásitos como indicadores de trazabilidad a través de un seguimiento del salmonete de roca. Los científicos quieren demostrar que los parásitos pueden informar de las zonas de origen de las capturas.
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