domingo, 14 de junio de 2009

Arrecifes

Esta especie de vello que cubre toda su superficie, consiste en una serie de células modificadas (cnidocitos) que, excitados por contacto, disparan un filamento urticante con el que inoculan el veneno. Mientras que los arpones de estas células solo son capaces de atravesar los lugares en donde la epidermis es muy fina (boca, párpados), los de los hidrocorales de fuego atraviesan la epidermis de cualquier zona del cuerpo; por eso se les llama comúnmente corales de fuego, porque es como si te aplicasen un hierro candente con tan solo rozarlos.

Esta sensación de quemadura puede durar de pocas horas a varios días y se acompaña de una lesión cutánea de gravedad variable dependiendo de la sensibilidad del sujeto a la toxina inoculada, pudiendo ir de un simple enrojecimiento a la formación de vesiculitas y ampollas que requieren de tratamiento médico.

Los hidrocorales de la Familia Milleporidae se distribuyen por el mar Caribe y aguas cálidas de los océanos Índico y Pacífico, siendo unos de los mejores constructores de la muralla arrecifal. Las algas endosimbióticas (zooxantelas) atrapadas en ellos, contribuyen a aumentar su tasa de calcificación y son la causa, además, del característico color naranja del hidrocoral. Las colonias están formadas por pequeños pólipos protegidos cada uno de ellos por una coraza calcárea responsable del resistente andamiaje de la barrera de coral. Normalmente las colonias se orientan transversalmente a la corriente dominante con el propósito de interceptar mayor cantidad de oxígeno y alimento.


Se reproducen sexualmente mediante la expulsión de medusitas masculinas o femeninas, ya que cada colonia de coral es de un solo sexo, y es en el medio acuático donde se produce la fecundación. Como resultado, se desarrolla un pequeño pólipo que ha de encontrar un sustrato adecuado donde quedar fijado para, esta vez mediante reproducción asexual, crear una nueva colonia que irá creciendo en tamaño y robustez. Pueden llegar a formar compactas masas de diez metros de altura, repletas de túneles y pasadizos que alojan un sinfín de peces e invertebrados tropicales de bello colorido que encuentran en ellos refugio y protección.

Hay peces que, inmunes a su veneno,se alimentan de estos hidrocorales. Roen su superficie para extraer los pequeños pólipos, neutralizan la toxina, que puede acumularse en su organismo con lo que su carne se vuelve tóxica.

Para no probar el beso del coral de fuego basta con protegerse adecuadamente para que no llegue a tomar contacto directo con la piel. Si no se posee traje de neopreno, basta con unos guantes y una camiseta de manga larga para mantenerse libre de "quemaduras" mientras nos paseamos por estas ciudades de fuego.

CIGUATERA

Los buceadores y turistas que viajan a zonas tropicales y subtropicales donde la ciguatera es endémica pueden caer enfermos por el consumo de ciertas especies de peces y caracolas.

Las toxinas que producen la ciguatera están originadas por varias especies de dinoflagelados (algas unicelulares) de las regiones tropicales y subtropicales del Océano Pacífico y el Mar Caribe. El agente más implicado en la ciguatera es la ciguatoxina, una potente neurotoxina producida por el dinoflagelado Gambierdiscus toxicus. Estos microorganismos suelen vivir sobre las macroalgas de los arrecifes coralinos y zonas cercanas a las orillas, por lo que son ingeridos involuntariamente por los peces herbívoros cuando se alimentan. Los peces carnívoros, al comerse a peces herbívoros, acumulana su vez la toxina. De esta manera, cuanto más grande sea el pez, más cantidad de toxina ha ido acumulando de forma natural a través de su dieta. La toxina se concentra fundamentalmente en el hígado, intestinos y gónadas, pero también en su carne. Mientras que los peces no se ven afectados por la toxina, el hombre es extremadamente sensible.

La ciguatoxina es un veneno complejo y resistente a todo tipo de tratamiento: deshidratación, salazón, congelación, cocción, etc.

La dificultad para determinar qué pez puede intoxicarnos y cual no, no solo estriba en que dicha toxina no le confiere a las vísceras y carne un color, consistencia u olor especial, sino que tampoco las especies de peces de las áreas donde se da esta intoxicación son siempre tóxicos al mismo tiempo. Por ejemplo, puede que en un periodo determinado las barracudas de un lugar sean tóxicas, pero no los pargos, y que meses después ambos sean ciguatóxicos. Así mismo, peces que son normalmente inocuos, por lo que son pescados con tranquilidad, pueden transformarse en tóxicos durante una temporada debido a la ingestión de dichas algas.

En el hombre, los síntomas y signos del envenenamiento ocurren entre 15 minutos y 24 horas después. La enfermedad se manifiesta con desórdenes vasculares, neurológicos y gastrointestinales de variable intensidad, pudiéndose presentar todos o algunos de los que a continuación se enumeran: dolores abdominales, náuseas, vómitos, diarrea, hormigueo y anestesia en labios, lengua y garganta, sabor metálico, sequedad de boca, dolor dental, insomnio, ansiedad, postración, vértigo, espasmos y dolores musculares, dificultad para caminar, pinchazos en las extremidades, dolores en las articulaciones, cianosis, erupción cutánea, sensación de frío, inversión de la percepción del frío y del calor (lo caliente parece frío y a la inversa), sudoración abundante, ojos llorosos, pupilas dilatadas, visión borrosa, ceguera temporal, dificultad respiratoria, baja tensión arterial, bradicardia, arritmias y taquicardia.

Aunque la enfermedad se autolimita en pocos días, en los casos más graves los síntomas neurológicos pueden continuar durante semanas o meses. Afortunadamente, solo en algunos pacientes estos síntomas neurológicos persisten durante años; y aun menos se dan los casos en los que meses o años después de la recuperación se tengan recidivas. Los casos de fallecimientos por ciguatera son rarísimos.

El diagnóstico de la enfermedad se basa en los signos, síntomas, y lo que es casi más importante, en la historia reciente de la dieta alimenticia del paciente. El área geográfica de exposición al veneno puede verse ampliada por el comercio de pesca procedente de estas zonas. Así que, fuera de dichas áreas endémicas, la comunidad médica desconoce el problema, por lo que no achacan el malestar a una intoxicación alimentaría. De cualquier modo, se sepa o no se sepa qué motivó la enfermedad, no existe antídoto contra este veneno. El tratamiento consiste en atenuar o eliminar los distintos aspectos del síndrome.

Hoy por hoy, la única forma de prevenir la ciguatera es abstenerse de ingerir peces grandes (meros, pargos, tiburones, medregales, barracudas, lucios, mujoles, jureles, escáridos, etc) en zonas donde se presenta la intoxicación endémicamente. Y si por desgracia enfermamos de ciguatera, a parte del necesario tratamiento médico, debemos eliminar de la dieta tanto el pescado, marisco, como las salsas de pescado y cremas de marisco, durante un periodo prolongado de tiempo.

TETRODOTOXISMO

Existen ciertas especies como los peces globo o tamboriles (Tetraodóntidos) y los peces erizos (Diodóntidos), que a pesar de su apariencia extraña, y provocar en Japón más de 150 muertes al año, son considerados en la cocina japonesa una -delicatessen-.

En el mar pocas estrategias de defensa son tan completas como las de estos organismos. Estos torpes y lentos animales, al sentirse atrapados o amenazados, reaccionan inmediatamente tragando agua con lo que aumentan su volumen considerablemente. En este estado difícilmente puede ser engullidos por ningún depredador.

Además de esta conocida facultad para inflar enormemente su estómago, estos animales producen una toxina en sus gónadas llamada tetradotoxina o fugutoxina, que se acumula posteriormente en su piel y en su hígado sin afectarle. Es un poderoso agente bloqueante que deteriora el funcionamiento de la bomba de sodio de las membranas celulares, afectando a la transmisión nerviosa a nivel sensorial, motor y simpático, y deprimiendo la función cardiaca. La tetradotoxina es poco soluble en agua, no se inactiva con la cocción y para agravar la situación, no se conoce actualmente ningún antídoto.

Debido a que en la actualidad la mortalidad por esta intoxicación alimentaría resulta, al día de hoy, superior al 50%, es considerada la intoxicación más grave producida por peces.

La intoxicación se produce por la ingestión de estos tejidos concretos del animal no afectando a la parte muscular del animal. Los experimentos realizados en ratones han confirmado que se requieren concentraciones mínimas de 10 gr/kg para producir la muerte del animal.

A pesar del veneno mortal, estos peces se degustan con gran placer y expectativa en Japón, y en otros países como Estados Unidos. Su carne es comestible porque habitualmente sus músculos están libres de tetrodotoxina. Con ellos se prepara el famoso -Fugu-. Los cocineros que preparan este plato, requieren tres años de aprendizaje antes de que se les autorice a cocinarlo, y el restaurante que lo incluye en su carta, requiere una licencia especial del Ministerio de Sanidad.

En el caso de que no se prepare correctamente o se ingiera por desconocimiento, los síntomas aparecen entre los 20 minutos y las 3 horas siguientes. Todo comienza con parestesias u hormigueos en la cara, la boca y la lengua, así como entumecimiento de las extremidades y la punta de los dedos. Sobrevienen náuseas, vómitos, diarrea y dolor de cabeza punzante. La situación empeora con aparición demareos y vértigo, dificultad para hablar y deglutir, falta de coordinación motora y la parálisis muscular. La respiración se va a haciendo cada vez más difícil, surgen arritmias, cianosis y finalmente se produce la muerte.

El tratamiento del tetrodotoxismo consiste en limitar al máximo la absorción de la toxina y aliviar la sintomatología, puesto que al día de hoy y como se ha dicho anteriormente, no existe antídoto. Es recomendable realizar un lavado gástrico mientras que el tratamiento específico lo determinará el médico basándose en el estado general del paciente, de la tolerancia a determinados medicamentos, así como en el punto en donde se encuentre la intoxicación.

Después de todo esto, ¿quién se atreve a comerse a estos magníficos y temibles animales?.

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