Lo han bautizado como Observatorio Submarino Expandible (OBSEA) y se trata de un proyecto conjunto entre la Universidad Politécnica de Cataluña (UPC) y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Este laboratorio sumergido supera en mucho a los actuales sistemas de medición que suelen hacerse desde buques especializados. Los datos que toman los barcos son discontinuos y corresponden a cortos períodos de tiempo. Con las nuevas instalaciones submarinas los registros podrán realizarse de manera constante y sin las interrupciones propias de los procedimientos de superficie. El OBSEA ha sido instalado a casi 5 kilómetros de la costa de Vilanova i la Geltrú (Barcelona) a unos 20 metros de profundidad. Si quieres ver un vídeo con las imágenes en 3D de la plataforma sólo tienes que pinchar aquí.
El laboratorio, integrado en la Red Europea de Observatorios Marinos ESONET, permitirá analizar de forma permanente y a distancia todo tipo de datos: por ejemplo, estudiar tenues variaciones de temperatura y salinidad para comprobar la calidad del agua, analizar los sonidos procedentes de mamíferos o de las actividades humanas en el mar para evaluar la contaminación acústica, la contaminación por residuos o el tránsito marino. Los datos serán transmitidos por Internet y los usuarios podrán acceder a la información visual desde la Red. Si eres un tipo curioso y deseas mirar a través de los ojos del OBSEA puedes hacerlo registrándose aquí.
Imagen cercana del OBSEA Vista superior para hacerse una idea del tamaño
El laboratorio ha sido fabricado con tecnología española y conecta con la central de control terrestre del campus de la Politécnica en Vilanova i la Geltrú a través de 4,5 kilómetros de cable duplicado de fibra óptica, de forma que no necesita alimentación por baterías. La planta submarina cuenta con todo tipo de aparatos de medición de última generación. Dispone de videocámara telecontrolada, un hidrófono de banda ancha, un dispositivo que mide la salinidad, la temperatura y la presión, además de sistemas de control y alarmas para prevenir posibles fallos técnicos. Más adelante, se añadirán otros instrumentos para medir las corrientes marinas y la turbulencia del agua.
La instalación se podría utilizar en la identificación de riesgos geológicos, como la detección de terremotos y "tsunamis", el estudio de fallas sísmicas activas, erupciones volcánicas y desplazamientos submarinos, el estudio de la circulación oceánica, la variación del nivel del mar y los fenómenos meteorológicos. También aportara datos relevantes para el estudio del cambio climático, de las interacciones físicas, químicas y biológicas que afectan los organismos y ecosistemas marinos, los efectos provocados por los medios de transporte marítimo y el tráfico de barcos al puerto. Y todo desde un emplazamiento cómodo para los buceadores porque se encuentra ubicada en una zona de espacio protegido para la pesca y no tendrán problemas para llegar hasta las instalaciones.
Pasando la bayeta para que quede todo limpito
El proyecto ha costado 300.000 euros aunque lo peor será el mantenimiento, que se ha cifrado en 1.8 millones de euros cada 5 años. Este laboratorio es un modesto primer paso para el proyecto mayor que tienen en mente los científicos. Pretenden sumergir la plataforma a una profundidad de entre 500 y 1.000 metros, para finalmente alcanzar la espectacular cifra de 3.000 metros. Por ahora no han tenido ningún problema, cosa realmente sorprendente porque el medio marino suele ser muy exigente con las infraestructuras complejas. Sin embargo, las cosas se complican exponencialmente conforme aumentamos la profundidad. La presión se hace peligrosa y los buceadores ya no podrían bajar al laboratorio a cambiar instrumental o arreglar desperfectos. En noviembre se tratará de situar en el fondo marino una nueva plataforma preparada para soportar los 3.000 metros. El OBSEA actual se presenta como un gran banco de pruebas que proporcionará datos sobre la posibilidad de éxito de una plataforma más profunda. Esperemos que lo consiga.
El laboratorio, integrado en la Red Europea de Observatorios Marinos ESONET, permitirá analizar de forma permanente y a distancia todo tipo de datos: por ejemplo, estudiar tenues variaciones de temperatura y salinidad para comprobar la calidad del agua, analizar los sonidos procedentes de mamíferos o de las actividades humanas en el mar para evaluar la contaminación acústica, la contaminación por residuos o el tránsito marino. Los datos serán transmitidos por Internet y los usuarios podrán acceder a la información visual desde la Red. Si eres un tipo curioso y deseas mirar a través de los ojos del OBSEA puedes hacerlo registrándose aquí.
Imagen cercana del OBSEA Vista superior para hacerse una idea del tamaño
El laboratorio ha sido fabricado con tecnología española y conecta con la central de control terrestre del campus de la Politécnica en Vilanova i la Geltrú a través de 4,5 kilómetros de cable duplicado de fibra óptica, de forma que no necesita alimentación por baterías. La planta submarina cuenta con todo tipo de aparatos de medición de última generación. Dispone de videocámara telecontrolada, un hidrófono de banda ancha, un dispositivo que mide la salinidad, la temperatura y la presión, además de sistemas de control y alarmas para prevenir posibles fallos técnicos. Más adelante, se añadirán otros instrumentos para medir las corrientes marinas y la turbulencia del agua.
La instalación se podría utilizar en la identificación de riesgos geológicos, como la detección de terremotos y "tsunamis", el estudio de fallas sísmicas activas, erupciones volcánicas y desplazamientos submarinos, el estudio de la circulación oceánica, la variación del nivel del mar y los fenómenos meteorológicos. También aportara datos relevantes para el estudio del cambio climático, de las interacciones físicas, químicas y biológicas que afectan los organismos y ecosistemas marinos, los efectos provocados por los medios de transporte marítimo y el tráfico de barcos al puerto. Y todo desde un emplazamiento cómodo para los buceadores porque se encuentra ubicada en una zona de espacio protegido para la pesca y no tendrán problemas para llegar hasta las instalaciones.
Pasando la bayeta para que quede todo limpito
El proyecto ha costado 300.000 euros aunque lo peor será el mantenimiento, que se ha cifrado en 1.8 millones de euros cada 5 años. Este laboratorio es un modesto primer paso para el proyecto mayor que tienen en mente los científicos. Pretenden sumergir la plataforma a una profundidad de entre 500 y 1.000 metros, para finalmente alcanzar la espectacular cifra de 3.000 metros. Por ahora no han tenido ningún problema, cosa realmente sorprendente porque el medio marino suele ser muy exigente con las infraestructuras complejas. Sin embargo, las cosas se complican exponencialmente conforme aumentamos la profundidad. La presión se hace peligrosa y los buceadores ya no podrían bajar al laboratorio a cambiar instrumental o arreglar desperfectos. En noviembre se tratará de situar en el fondo marino una nueva plataforma preparada para soportar los 3.000 metros. El OBSEA actual se presenta como un gran banco de pruebas que proporcionará datos sobre la posibilidad de éxito de una plataforma más profunda. Esperemos que lo consiga.
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