Las diatomeas marinas, microalgas que captan anualmente millones de toneladas de dióxido de carbono de la atmósfera, poseen capacidades de dispersión global y las condiciones ambientales controlan sus patrones de distribución en el océano, según un estudio realizado por Pedro Cermeño de la Universidad de Vigo y Paul G. Falkowski, de la estadounidense Universidad Rutgers. Las conclusiones de su trabajo se publican esta semana en la revista 'Science'.
El trabajo muestra que las comunidades de diatomeas de las localizaciones polares se parecen entre sí de una forma en la que no lo hacen las comunidades de animales y plantas más grandes, cuya mezcla a menudo se ve limitada por barreras geográficas como las montañas. Lo mismo es cierto en comunidades que se encuentran en localizaciones físicamente remotas.
Según explicó a Europa Press Pedro Cermeño, se cree que este grupo de microalgas podría haber jugado un papel clave en la regulación de los niveles de dióxido de carbono atmosférico y el clima de la Tierra en el pasado, y además sustentan la mayor parte de los recursos pesqueros como base de la cadena trófica en el océano.
"Mucho de lo que sabemos actualmente sobre la distribución de los microorganismos en el océano se basa en el análisis de comunidades actuales. Estos estudios, sin embargo, no han sido concluyentes a la hora de determinar si sus patrones de distribución dependen de la selección ambiental o de la dispersión", amplía Cermeño.
Los investigadores abordan esta cuestión usando restos fósiles de diatomeas, algas microscópicas que van a la deriva con las corrientes marinas, y que durante millones de años, se han acumulado progresivamente en el fondo de los océanos. "De acuerdo con este estudio, debemos de reconsiderar los mecanismos que controlan sus patrones distribución y diversidad", concreta el investigador.
Según señala Cermeño, que las diatomeas posean capacidades de dispersión global implica que no pueden quedar aisladas geográficamente. El aislamiento geográfico, un componente esencial de los modelos clásicos de especiación, actúa limitando el flujo genético entre sub-poblaciones, lo que da lugar con el tiempo a la formación de especies nuevas. "La ausencia de barreras físicas o geográficas que limiten la dispersión de las diatomeas marinas sugiere la necesidad de recurrir a modelos alternativos de evolución de especies", aclara Cermeño.
En el estudio los investigadores usaron datos obtenidos durante los últimos 30 años a través de los programas 'Deep Sea Drilling Project' y 'Ocean Drilling Program'. Los datos procedían de los océanos de todo el planeta y alcanzaban 1,5 millones de años de antigüedad.
Otro estudio publicado esta misma semana en 'Science' completa esta visión de que los microbios oceánicos transitan libremente por los océanos, viajando largas distancias y encontrando pocas barreras. Un equipo dirigido por Casey Hubert, del Instituto Max Planck de Biología Marina en Bremen (Alemania), ha descubierto que las bacterias formadoras de esporas adaptadas a ambientes cálidos bajo la superficie marina se depositan de forma continuada en los sedimentos marinos polares.
El trabajo muestra que las comunidades de diatomeas de las localizaciones polares se parecen entre sí de una forma en la que no lo hacen las comunidades de animales y plantas más grandes, cuya mezcla a menudo se ve limitada por barreras geográficas como las montañas. Lo mismo es cierto en comunidades que se encuentran en localizaciones físicamente remotas.
Según explicó a Europa Press Pedro Cermeño, se cree que este grupo de microalgas podría haber jugado un papel clave en la regulación de los niveles de dióxido de carbono atmosférico y el clima de la Tierra en el pasado, y además sustentan la mayor parte de los recursos pesqueros como base de la cadena trófica en el océano.
"Mucho de lo que sabemos actualmente sobre la distribución de los microorganismos en el océano se basa en el análisis de comunidades actuales. Estos estudios, sin embargo, no han sido concluyentes a la hora de determinar si sus patrones de distribución dependen de la selección ambiental o de la dispersión", amplía Cermeño.
Los investigadores abordan esta cuestión usando restos fósiles de diatomeas, algas microscópicas que van a la deriva con las corrientes marinas, y que durante millones de años, se han acumulado progresivamente en el fondo de los océanos. "De acuerdo con este estudio, debemos de reconsiderar los mecanismos que controlan sus patrones distribución y diversidad", concreta el investigador.
Según señala Cermeño, que las diatomeas posean capacidades de dispersión global implica que no pueden quedar aisladas geográficamente. El aislamiento geográfico, un componente esencial de los modelos clásicos de especiación, actúa limitando el flujo genético entre sub-poblaciones, lo que da lugar con el tiempo a la formación de especies nuevas. "La ausencia de barreras físicas o geográficas que limiten la dispersión de las diatomeas marinas sugiere la necesidad de recurrir a modelos alternativos de evolución de especies", aclara Cermeño.
En el estudio los investigadores usaron datos obtenidos durante los últimos 30 años a través de los programas 'Deep Sea Drilling Project' y 'Ocean Drilling Program'. Los datos procedían de los océanos de todo el planeta y alcanzaban 1,5 millones de años de antigüedad.
Otro estudio publicado esta misma semana en 'Science' completa esta visión de que los microbios oceánicos transitan libremente por los océanos, viajando largas distancias y encontrando pocas barreras. Un equipo dirigido por Casey Hubert, del Instituto Max Planck de Biología Marina en Bremen (Alemania), ha descubierto que las bacterias formadoras de esporas adaptadas a ambientes cálidos bajo la superficie marina se depositan de forma continuada en los sedimentos marinos polares.
No hay comentarios:
Publicar un comentario