martes, 3 de noviembre de 2009

Biologos colocan camaras a tiburones para poder estudiarlos


Los tiburones que merodean por las costas españolas son unos auténticos desconocidos. Rehuyen de aguas tranquilas como las abrigadas por la ría, y sólo unos cuantos elegidos llegan a observar su aleta cortando la superficie. Son animales de gran interés comercial, pero muy escurridizos, incluso para los científicos. Para despejar las numerosas incógnitas sobre su comportamiento, un grupo del Instituto de Investigaciones Marinas (IIM-CSIC) ultima estos días el diseño de microcámaras para adosarlas a los escualos. Los datos que reporten estos dispositivos serán cruciales para conocer con detalle aspectos de sus hábitos como la alimentación, la profundidad a la que suelen bajar o su reacción al cruzarse con otras especies.
Frente a Cíes y el resto de los archipiélagos del Parque Nacional, a una distancia de la costa de unas veinte millas, se pueden encontrar, fundamentalmente, tintoreras (prionace glauca, con una talla máxima registrada de 3,8 metros), y marrajos azules (isurus oxyrinchus, de hasta 4 metros). También navega a esa altura algún tiburón zorro (alopias spp.), si bien su localización es menos frecuente. La población de la tintorera es mayor que la del marrajo, y no hay constancia del acercamiento de ejemplares de estas dos especies a aguas interiores como las de las rías. Son pelágicos, y por tanto, se mueven en mar abierto protagonizando migraciones que les llevan hasta 700 millas de distancia de Vigo.
La investigación de estos enigmáticos tiburones ha unido a los científicos Gonzalo Mucientes y Franscico Saborido, del IIM; con el británico David Sims (de la Asociación de Biología Marina de Plymouth) y otro grupo de expertos portugueses de la Universidad de Oporto. Mucientes, que lleva desde 2006 estudiando para su tesis la biología y las pesquerías del marrajo azul y la tintorera, asegura que el sistema de microcámaras supondrá un avance cualitativo para las conclusiones del estudio.
"Lo planificado es poner la cámara a una tintorera en primer lugar, porque son más manejables, para después ponérsela a un marrajo azul, que es el objetivo final. Se está trabajando en la elaboración del prototipo, ya casi terminado", explica el biólogo.
Compleja filmación
Para esta misión tecnológica cuentan con la participación del grupo AXENA, "con amplia experiencia en filmaciones complicadas". Los biólogos de Investigaciones Mariñas tampoco olvidan la activa colaboración de la empresa de chárter náutico Maregalia, que proporciona el barco que dirige a los científicos a las aguas transitadas por los escualos.
Diseñado específicamente para estas especies, el artilugio irá provisto de una iluminación a base de leds. De esta forma se garantiza la continuidad de la grabación,ya que en las profundidades que puede alcanzar uno de estos tiburones es prácticamente de noche. Por norma general se mueven en los primeros 40 metros de la columna de agua, aunque está demostrada su presencia en cotas de hasta 800 metros. Siempre, no obstante, de manera puntual. De todos modos, la carcasa que protege la cámara ha sido concebida para soportar un descenso máximo de 300 metros.
Recuperar el artilugio
El artilugio contiene baterías, un sistema de localización GPS, una tarjeta de memoria y un mecanismo de zafado automático para que emerja a la superficie y los científicos vigueses puedan recuperarlo. El tiempo de fijación será de media hora a dos horas. "Empezaremos con lo más corto, para minimizar la posibilidad de que se aleje mucho el escualo y no recuperemos la cámara. Pero filmar el comportamiento del animal durante ese breve espacio de tiempo es muy importante. Podremos averiguar si intenta alimentarse, con qué; si se cruza con otros tiburones u otros peces, y cómo reacciona", enumera Mucientes.
El equipo de investigadores involucrados en este sistema de microcámaras ha depositado muchas esperanzas en su funcionamiento. Al menos en Europa, y salvo los estudios sobre el tiburón blanco, es la primera vez que tiburones pelágicos portarán en sus lomos un dispositivo de esas características. "Esperemos que todo salga bien, que funcione y que el bicho pueda permanecer con él el tiempo que nos proponemos", desea Mucientes.
Dentro de las colaboraciones y estudios que realizan este biólogo y Francisco Saborido sobre el tiburón analizan otros aspectos de este gran desconocido. Para ello combinan los avances tecnológicos con los métodos más tradicionales, como los transmisores y las marcas.
"Los primeros nos dan información sobre temperaturas, profundidades, que nos trasmiten por satélite una vez que se suelten, y los segundos nos proporcionan datos solamente cuando lo bichos son recapturados, ya que son marcas de plástico con un código", matizan los biólogos.
De momento, este equipo de científicos no quiere aventurar las conclusiones del seguimiento de escualos a través de transmisores y marcas, aunque esperan publicar pronto en revistas especializadas de divulgación científica. "Creemos que hay cosas interesantes", sugieren. No en vano llevan marcados unos 500 tiburones, que una vez capturados, ya sea por pescadores o por investigadores, ofrecerán una valiosa información a los expertos vigueses.
Hasta ahora, del medio millar de escualos que portaban esas marcas sólo han tenido noticias de una docena. Estos han aparecido muy lejos de Galicia, incluso en otros oceános.

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